¿Qué parte de nuestro presupuesto anual nos gastamos en asuntos relacionados con la salud? ¿Qué parte de ese gasto tiene que ver con nuestros dientes? ¿De qué modo incide la crisis en el gasto sanitario? ¿Qué otros factores podríamos tener en cuenta para reducir ese gasto?
Echando la vista atrás y recurriendo a informes elaborados por instituciones que poco tienen que ver entre sí podemos llegar, sin embargo, a conclusiones bastantes similares.
Según la OCDE el crecimiento sanitario crece a un ritmo que hará que, en un futuro, los países ricos tengan grandes problemas para afrontar su coste. A pesar de que la crisis ha contraído el crecimiento del presupuesto sanitario se prevé que aumente hasta el 14% del PIB en el año 2060. Actualmente representa solo el 6%. Eso sí, estamos hablando de la media en los países occidentales porque la realidad, según la OCDE es que el gasto actual que España destina al gasto sanitario es del 8,9% de su PIB. El mismo organismo advierte que si no se incrementa el presupuesto para sanidad, los estados no estarán en condiciones de garantizar la salud de sus ciudadanos.
Por su parte, la OCU, a través de una encuesta realizada en nuestro país destaca que los españoles dedicamos un 14% de nuestro presupuesto familiar a tratamientos sanitarios que no están cubiertos por la sanidad pública. Se trata de una media equivalente a los 1.378 € anuales. De esta cantidad, aproximadamente la mitad, 614€, se destina al cuidado de nuestra boca. Mucho menores son los gastos que hacemos en cuidados oftalmológicos, medicamentos, rehabilitación o fisioterapia.
Tanto OCU como OCDE coinciden en que a pesar de los recortes en el presupuesto sanitario el gasto ha seguido creciendo. En España, una de las causas por las que los particulares hemos notado ese aumento en nuestro bolsillo, está directamente relacionada con el copago sanitario. Más aún si pensamos que el gasto en medicamentos ha crecido un 58% en los últimos cinco años.
El incremento de los costes sanitarios hace que muchas personas se vean obligadas a abandonar los tratamientos. En concreto un 13% de las personas encuestadas se vieron obligadas a hacerlo y un 34% más a interrumpirlo para volver a retomarlo tan pronto les sea posible. En cualquier caso uno de los datos más desalentadores quizás tenga que ver con la falta de esperanza: el 24% de los encuestados cree que en el futuro no podrá acceder al tratamiento que necesiten. Y este dato nos afecta doblemente a los que tenemos que ver con el sector de la odontología porque un 41% de los tratamientos que se abandonan son los relacionados con la salud dental.
¿Qué hacer para que la desatención no se convierta en una disfunción crónica? Hay estudios que apuntan en la dirección de la racionalización de los gastos y en el control más efectivo de los mismos. Todo ello acompañado de campañas de concienciación que fomenten y potencien, desde las administraciones públicas, la apuesta por hábitos de vida saludables. No en vano, la falta de actividad física supone el 2,6% del gasto sanitario. El sedentarismo es, según la OMS, la cuarta causa de muerte en el mundo: más de 3 millones de personas que mueren cada año en el mundo por este motivo. Por lo que respecta a la odontología el año se cierra con cifras que nos deben invitar a la reflexión:
El alcohol, el tabaquismo y los malos hábitos alimentarios son, también, factores de riesgo… Erradicarlos pasa por convencernos de que el mejor método para poder enfrentar los problemas sanitarios en el futuro es tomar medidas preventivas en el presente. Es una cuestión de empezar a ver que todo esfuerzo tiene su recompensa. Y que la mejor recompensa, al final, es alcanzar la mejor calidad de vida.