No es la primera vez que hablamos de la resistencia de las bacterias a los antibióticos y de la seria amenaza que eso supone para nuestra salud. Hoy volvemos a tocar el tema porque, desafortunadamente, sigue siendo noticia. Y es que el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades ha aprovechado el día del uso Responsable de los Antibióticos para hacer saltar, una vez más, la alarma: las bacterias más comunes no responden ya ante los fármacos.
En Bredent, por lo que a la salud oral respecta, venimos trabajando, desde hace unos años, en soluciones que van más allá del antibiótico. Ejemplo de ello es el desarrollo de la terapia Helbo, una terapia fotodinámica que se sirve del láser para combatir las bacterias. Se trata de una técnica que ha obtenido ya varios premios de investigación y el apoyo, entre otros, de la Sociedad de Fomento de la Investigación de Austria. La terapia HELBO ha demostrado ser eficaz frente a bacterias que sobreviven a los enjuagues bucales y a la limpieza mecánica y en el tratamiento de enfermedades como la periodontitis, la periimplantitis, la endodontitis, la caries, la pulpitis y los problemas de cicatrización tras intervenciones quirúrgicas.
En definitiva, se trata de evitar, en la medida de los posible, el uso de antibióticos que cada vez resultan menos eficaces.
El problema es serio si tenemos en cuenta las cifras: las bacterias resistentes son causa de más de 700.000 muertes al año en el mundo, 25.000 ya en Europa, un primer mundo sanitario que creía estar a salvo de amenazas pasadas. Las cifras van en aumento y las previsiones hablan de una escalada sin precedentes: 10.000.000 de personas podrían morir por causa de infecciones en 2050.
A ello hay que añadir el gasto de dinero público como consecuencia del incremento que supone en el gasto en sanidad. Volviendo al año 2050, la resistencia bacteriana puede suponer un gasto próximo 4,5% del PIB europeo.
En España el problema es especialmente delicado. Aquí usamos los antibióticos hasta para tratar los resfriados o las gripes. Y es que casi la mitad de la población cree que son útiles contra los virus. España es uno de los países europeos que más antibióticos consume y eso que el informe del ECDE solo tiene en cuenta el consumo de antibióticos prescritos a través de recetas de la seguridad social. Es decir, no se contemplan los que se consumen fruto de una práctica tan común como poco recomendable: la automedicación. Tampoco los que ingerimos a través de la alimentación con animales que son tratados con la ingestión masiva de antibióticos durante su crecimiento.
La OMS también ha advertido reiteradamente sobre la RAM, la resistencia a los antimicrobianos haciendo visible la relación peligrosa que se establece entre la ineficacia de los antibióticos y muchos tratamientos complejos: quimioterapia, cirugía, transplantes… Como indican desde su propia web, la resistencia a los antibióticos de última línea es un hecho constatable. Tanto que, en algunos países, hay antibióticos que ya no resultan eficaces. Ocurre, como indican desde la ECDE, especialmente con los carpabenems y la colistina. La resistencia, por ejemplo, de la bacteria intestina Klebsiella pneumoniae a los carparabenems pone en serio riesgo a pacientes que sufren de neumonía, sepsis o a los ingresados en cuidados intensivos. La colistina, por su parte es el antibiótico de último recurso frente a infecciones potencialmente mortales por enterobacteriáciae.
Con su informe, la ECDE quiere llamar a la acción para que los gobiernos establezcan medidas que frenen la propagación de bacterias especialmente resistentes a antibióticos como los citados.
Además de establecer grupos de trabajo con apoyo directo de políticas diseñadas ad hoc, se recomienda también un control activo de los pacientes en riesgo de ser resistentes a las bacterias, con objeto de evitar su propagación dentro de los hospitales. Del mismo, debe mantenerse aislados a aquéllos pacientes que presentan resistencia a los antibióticos. Estas medidas junto con a algunas tan sencillas como la limpieza exhaustiva y controlada de las manos pueden ayudar a combatir un problema para el que, de momento, no hay más soluciones.
En definitiva, sólo la combinación de medidas de control y medidas de prevención, junto con el uso prudente de antibióticos tanto en humanos como en animales, pueden ayudar a combatir la resistencia a los mismos.
Puedes acceder desde este enlace al informe completo del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades.