En Bredent apostamos por dos pilares fundamentales para mantener una vida saludable y potenciar nuestra calidad de vida: una alimentación equilibrada y la práctica de actividad física. En nuestro post anterior, hablamos de la importancia de la salud oral en nuestro estado de salud general y en el rendimiento deportivo en particular. Hoy, antes de tocar el tema de las lesiones orales a las que nos podemos enfrentar cuando practicamos algún tipo de deporte, queremos animarte a que salgas a la calle y des tus primeros pasos vestido de corto. Hablaremos de cómo empezar, cómo vas a sentirte cuando lo hagas y cuáles son los errores en los que no debes caer una vez te animes a la práctica de ejercicio. Porque de poco sirve que te hablemos de los riesgos odontológicos en la práctica del deporte si no te animamos a que lo hagas.
Lo primero es tener la convicción de que tu cuerpo está diseñado para moverse: tienes músculos y articulaciones que agradecerán volver a ponerse en marcha y te lo reconocerán haciéndote sentir mejor. De niños queremos correr antes de andar. De mayores parecemos olvidar lo divertido que nos resultaba echar a correr. Hoy el auge del running hace que las calles se llenen de gentes que han redescubierto el placer por la carrera. Pero conviene tener claros ciertos factores para no fracasar en el intento.
Correr tiene efectos positivos innegables en nuestra salud. Los primeros los notamos a nivel cardiovascular. Cuando nuestros músculos empiezan a despertar del letargo y a moverse, necesitan mayor aporte sanguíneo y exigen al corazón que trabaje más, de modo que éste aumenta la frecuencia con la que bombea nuestra sangre. E igual que el corazón, nuestras arterias se hacen más flexibles. A medida que practicamos aumentan el número de capilares que riegan los músculos de modo que se oxigenan más y mejor consiguiendo que, en poco tiempo, nuestra presión sanguínea disminuya.
Con todo siempre hay que evitar un sobreesfuerzo que pueda llegar a ser perjudicial para nuestro corazón o que provoque lesiones musculares o articulares. Porque lo principal es que nuestro organismo sepa adaptarse al esfuerzo o dicho de otro modo: trabajar nuestro cuerpo de modo que el ejercicio que hacemos le resulte placentero y provechoso. Por todo esto conviene tener en cuenta una serie de consejos antes de poner en marcha nuestra maquinaria:
Y, sobre todo:
Porque la clave de que el deporte nos resulte beneficioso es, sin duda, pasarlo bien mientras disfrutamos. Es cuando el running, se convierte en funning concepto acuñado por Rafa Vega, periodista y corredor de maratones. ¿En qué consiste? Pues básicamente en disfrutar mientras corres. O lo que es lo mismo, en olvidarse del reloj, no obsesionarse con el ritmo, ni con las pulsaciones, ni con los segundos de más, ni con el esfuerzo supino de los últimos metros para arrancarle unas décimas al crono. Se trata de disfrutar de cada ruta que hacemos, de charlar si corremos en compañía… En definitiva, de pasarlo bien mientras corremos porque es la única forma de querer seguir haciéndolo.
¿Y cómo sabemos que algo no va bien? Que síntomas pueden estar diciéndonos que correr está empezando a dejar de ser beneficioso para nosotros. Podemos estar pendientes de:
Cuando aparece esta sintomatología, lo mejor es detenerse a pensar y ver qué estamos haciendo mal. Porque solo de este modo podremos seguir disfrutando de los muchos beneficios que nos aporta la carrera:
Además, como veremos en nuestro siguiente post, el running, odontológicamente, está considerado como un importe de bajo impacto o de impacto nulo. ¿Qué quiere decir esto? Que las posibilidades de sufrir un traumatismo en la boca son menores que con la práctica de cualquier otro deporte. En cualquier caso, para aquéllos que tienden a apretar las mandíbulas con el esfuerzo, como para los que quieren protegerse ante cualquier eventualidad existen prótesis que se adecuan al tipo de deporte que se practica, flexibles y resistentes, hechas a medida. Por eso, lo ideal, es no comprarlas ni utilizarlas sin haber hecho antes un estudio previo de tus propias condiciones odontológicas. Como siempre, tu mejor asesor será, sin duda, tu dentista. Pero de todo ello, hablaremos en nuestro próximo post.
Fuentes: El confidencial, El mundo, Planbdecomunicacion.com