El título de este post ni exagera ni pretende ser confuso. Tener miedo al dentista puede hacer que un día nos veamos obligados a llevar implantes dentales. Porque el miedo nos lleva a espaciar las visitas al dontólogo hasta el punto de descuidarlas por completo; como consecuencia, nuestra salud oral será, presumiblemente, deficiente. Menos visitas a nuestro dentista implican, también, más riesgo de padecer una enfermedad periodontal que puede ocasionar, si no enfermedades más graves –que también-, la pérdida de piezas dentales.
La odontofobia, que así se conoce al miedo a acudir al dentista, es un problema muy común.Tanto que se encuentra entre las 10 fobias más padecidas por la población. ¿Cómo combatirla? Lo hemos comentado en otras ocasiones: la educación es la clave. Si desde nuestra más tierna infancia nos acostumbramos a ir al dentista, creceremos entendiendo las visitas al dentista como algo natural, de modo que no llegaremos a conocer ese miedo atávico que hoy no tiene ya justificación alguna: los avances científicos, médicos y tecnológicos han convertido a la odontología en una ciencia cada vez menos invasiva y dolorosa.
El problema no es convencer a quien, con el tiempo y unos buenos hábitos de higiene dental, ve al odontólogo como uno de los grandes aliados de su salud. El problema lo tiene quien viene con los miedos adquiridos, aquél para quien acudir a la clínica supone un trastorno de magnitudes considerables: desde no dormir la noche previa a la cita hasta ataques ciertos de ansiedad. ¿Cómo ayudarle a superar el trance? Hay muchos métodos y técnicas pero hoy nos vamos a detener en la música como terapia contra el miedo: una herramienta que está al alcance de cualquier dentista.
Odontología y música.
Sabemos de los efectos terapéuticos de la música. Como nos recuerda la infografía del pie de página elaborada a partir de un estudio realizado por la Universidad de Florida, se ha demostrado que escuchar música desde pequeño, mejora las herramientas de compresión y orales, ayuda a desarrollar los aspectos más creativos e incrementa la sensación de felicidad y bienestar.
¿Pero qué tiene la música para que ayudarnos a combatir el miedo?.
1. Relaja.
Una sala de espera de una clínica con una cuidada ambientación musical ayuda a que el paciente se sienta menos tenso y más relajado, de modo que disminuye su nivel de estrés. Lo mismo puede decirse de la consulta.
Según un estudio de la Universidad de Osaka, la música –también la risa- ayudan a los pacientes con hipertensión. En el grupo de estudió se demostró que el nivel de cortisol, indicador del estrés, disminuía después de las sesiones de música y que la presión era 7mmHg inferior a los sujetos del grupo de estudio que no habían sido sometidos a sesiones de musicoterapia.
Lo dice un estudio de la Universidad de Zurich. La disminución de la presión sanguinea y de la frecuencia cardíaca mejoran la oxigenación de la sangre lo que ayuda a la relajación y, entre otras múltiples ventajas, disminuye la sensación de dolo y acelera la cicatricazión.
Ya conocemos algunos de los múltiples efectos positivos que nos aporta la música. Ahora tratemos de responder a la siguiente pregunta: ¿Qué tipo de música es la más adecuada? ¿Cuál sería la más indicada para esa sala de espera que quiere ser amigable y acogedora? La respuesta, como destaca el mismo estudio, es simple: cualquiera… siempre que sea la elegida por el paciente. Y es que, al parecer, en pacientes que pudieron elegir la música que querían escuchar, el nivel de estrés bajó en un 47%. Entre los que se vieron obligados a escuchar música que no habían elegido, solo un 6% consiguieron reducir su nivel de ansiedad.
Por eso parece una buena idea hacer nuestras estrategias propias de los manuales de marketing y proporcionar al paciente una experiencia personalizada. ¿Cómo?
Y si el paciente se resiste a los efluvios de la música, no es melómano o se muestra incapaz de decidir cuáles son sus gustos musicales, según la revista Medscape, siempre podemos recurrir a las sonatas para piano de Mozart: al parecer ofrecen una magnífica respuesta ante los niveles de estrés.
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